02 diciembre 2005

Algodón

El de la foto es un Algodón bamba. Pronto pondré una imágen del verdadero para que sepan de lo que hablo.

Algodón es la mascota de la casa. Es blanco, chiquito y todo blanquito, como un copo de algodón. Es tan blandito que con mucho esfuerzo contiene uno las ganas de aplastarlo y comprobar si tiene la textura de una plastilina. Es pequeño pero no por eso causa menos destrozos en la cocina que nuestro cachorro.

Fue el único de una camada de 6 conejitos que sobrevivió a la furia de su madre, celosa por antonomasia. Quizá por eso se cree dueño del mundo -de mi casa- y se pasea por todos los rincones de la cocina subiéndo donde pueda subirse y mordiendo lo que pueda morder. Así ya ha arruinado algunos víveres y ha mandado al piso un par de botellas de vidrio. Milagro que no se ha cortado. Es un engreído.

Algodón también es sociable como ningún otro conejo que haya conocido en mi vida. Quizá por eso se salve de la olla cuando sea grande, pero no lo creo. Deja que las personas se le acerquen y lo acaricien, e, incluso, mi hermana mayor lo llevó un día a su cuarto y lo puso en su cajita al lado de su cama. Feliz de dormir con Algodón.

Pese a que tenemos un perro muy divertido y lambiscón que tiene el estúpido nombre de Nippy, mis sobrinas de 11 y 8 años prefieren jugar con Algodón. Lo abrazan, lo acarician, lo muestran a sus amiguitas, le meten unas hojas de alfalfa a la fuerza en el hocico y lo devuelven a su caja, de donde el conejo se escapa para seguir paseando por la cocina, hasta que lo atrapen de nuevo.

Ya dije que el conejo es muy sociable con todos, pero no dije que menos conmigo. Cuando trato de atraparlo para acariciarlo se escapa y se esconde en el primer hueco que encuentra. Ese trajín me hizo recordar a esas mujeres bellas que los adolescentes perseguimos y que después de soltar el anzuelo se alejan y lo dejan a uno tirando cintura. Como una de esas mujeres es Algodón. Hoy esperé durante 30 minutos a que salga del motor del refrigerador que convirtió en su refugio.

Traté de apartarlo del aparato como pude, incluso le tiré una sandalia a su costado para ahuyentarlo, pero el animal permaneció inmóvil. No conozco mucho de conejos, pero podría asegurar que Algodón también es el conejo más fresco que he visto. Cuando llegue la hora de comérmelo seguro me dará nostalgia, pero al menos ya podré acariciarlo.

1 comentario:

Fernando dijo...

El verdadero Algodón pasó a mejor vida antes de que le tome la foto... NO, no me lo comí, sino que mis viejos se lo llevaron a provincia, donde tendrá más espacio para vagabundear...